*Esta entrada no contiene garabatos, por respeto a mi cuñadita y su padre.

Mi cuñadita hermosa y maravillosa se me murió. Así, como es la vida, de un día para otro, le dio una neumonía, se complicó y no alcanzamos a llegar a cuidarla. La natita se iba en avión a Puerto Natales ese mismo día con el plan de cuidarla y traerla a Valdivia o Santiago si era necesario, para que no estuviera solita. Resultó que me fui con ella y en vez de cuidarla llegamos a buscarla, vestirla, maquillarle su carita hermosa de princesa de película de 1950 y despedirla, como dijo la nati en su misa, tan apresuradamente, tanto antes de lo que debió haber sido.

Mis cuñaditas, las dos, son lo máximo. La tania es inteligente, linda, comprometida, prudente, trabajadora, sensible y le gusta decir que no lo es. La Carla era tantas cosas también.

El trabajo del papá de Carla la llevó a ella y sus hermanas a conocer y vivir en distintos lugares del mundo. Desde Talca hasta Colombia, las niñas forjaron una relación fuerte y cercana ante los constantes cambios que les correspondió vivir, los que les permitieron formarse una mentalidad abierta y una experiencia multicultural que las marcó de por vida. La carlita entró a estudiar medicina en Colombia, pero cuando volvió a Chile se decidió por ser ingeniera comercial. «Cambiaste el dinero, por el dinero» le decía yo bromeando. Ella se reía con esa explosión inolvidable y me mostraba sus dientes benditos, blancos, completos. Otra virtud que todos quisieramos tener.

Por donde anduvo la querían. La Carla trabajó durante años en PMI Chile, empresa donde conoció a una de sus grandes amigas, Susana. La susana llegó a su funeral en Puerto Natales. Tomó un avión, estuvo y se fue. Viajó ida y vuelta más horas de las que estuvo en Puerto Natales. Yo quiero tener una amiga como ella, y otra como la Carla, que la motivó a hacer ese viaje de locura.

Ahí, en PMI, en Santiago, estaba la carlita cuando se le ocurrió venir a vernos a Puerto Natales, donde habíamos quedado varados con la natita, la emi y la mariana después del aluvión de Chañaral. Venía de visita y se quedó pa siempre. Como diría mi padre, la carla tenía un buen par de bolas, como si no pudiera alguien ser valiente sin tenerlas. En fin, la carlita fuentes renunció a su trabajo, salió de la casa de su padre y su madre donde había vivido siempre, y con el ímpetu propio de una caballera de las cruzadas, hizo lo que muchas personas sueñan, algunas intentan y pocos logran: Cambió su vida por completo.

Mi cuñadita siempre amó la naturaleza y los animales. Por eso abrazó la vida vegana como una forma de respetar a todos los seres vivos y por eso sus hijos en esta tierra fueron sus adorados compañeros peludos: Su primogénito Vecchio con su amigo Evaristo, que la acompañaron por más de 13 años en Santiago. La inolvidable Gertrudis, que con sus patas chuecas y cortas le robó el corazón en un fin de semana y se quedó para siempre, pero que también se fue al cielo antes de tiempo por una inesperada enfermedad, y ahora el pequeño gran Willy, que hace tan poquito había adoptado según ella, de manera temporal, algo que ni la Caro desubicá, la ale Chavala, ni la romina, tampoco la marité chang ni la kathy ni menos su familia le creímos. Cuando Willy entró a la casa de Sargento Rebolledo, todos sabíamos que no iba a salir más. Antes de partir, Carla incluso estaba pensando en darle hermanos a willito. Así, tremendo y sin fin, era su corazón.

Ese mismo corazón decidió que quería parar de trabajar cuando la carlita todavía tenía tantas sonrisas que darnos. Y aquí estamos. La luz de Carla se apagó recién en el mediodía de su vida y hay que despedirse tan apresuradamente. Debimos haber tenido décadas más de su sonrisa tremenda y su risa explosiva, muchos años más de sus mañas adorables. Debieron haber sido cientos los perros afortunados que tocaran a su puerta para pedir un hueso y consiguieran un hogar y por lo menos otros cuarenta años nuevos más en que la Carlita prometiera subirse a una silla con una maleta y fiestas patrias en que alzara su copa de medio litro, el gran choroki para celebrar no solo el cumpleaños de Chile, sino el de su madre amada y el suyo también.

Así que tuvimos que venir a Puerto Natales a buscarla. Como le contaba a mi amiga karen, que también por alguna coincidencia cósmica es Fuentes, aunque no es hermana de la carllita ni de la nati ni de la tania (bien tonta la aclaración porque si no es hermana de la nati, obvio que no es de la carlita ni de la tania), yo nunca me había conectado emocionalmente con la muerte. Aunque tengo 50 años, y aunque parezco de 40, nunca se me había muerto nadie a quien realmente quisiera. Claro, por la pega he visto decenas, quizas cientos de personas muertas en las condiciones más extrañas que puedan imaginarse, algunas de maneras tan estereotipadas que uno llega a preguntarse si no lo habrán planeado, otras de maneras tan insospechables que uno se convence de que basta con abrir un ojo en la mañana para estar a punto de morirse. Y aunque eso me ha enseñado que la vida es nada más que un accidente afortunado cada día en que no se termina, nunca me dio la oportunidad de sentir realmente lo que significa que alguien de verdad te falte. Esa sensación que corroe a mi mamá por dentro cada vez que hablamos de su mamá, esas lágrimas que no logran contenerse de los ojitos de mi nati cada vez que nos acordamos de su abuelita guaco, y ahora de la carlita.

No la conocía.

La admiraba silenciosa y vilmente, porque significa vida, significa que no estás muerto por dentro, como yo pensaba que estaba cada vez que se moría alguien de mi familia o de mi entorno y todos me miraban raro porque no me ponía triste. No me iba a andar poniendo triste solo porque «es lo esperable». Con el tiempo caché que eso es lo que hacen los neurotípicos. Se ponen en «modo» triste. cuando alguien muere. Mi más sentido pésame, mis condolencias, que dios lo guarde, etc. Era tan bueno, que gran hombre, siempre estuvo preocupado de su familia, cuando el tipo era un caliente que andaba buscando leña en otro hogar, le pegaba a la esposa y le gritaba a los hijos. Parte de los ritos mortales es no recordar lo malo. «para qué» me decía mi mamá. Para qué acordarse de lo malo, si las personas que siguen aquí solo sufren con eso. Diantres, decía yo, se la pasaron sufriendo en vida con un maldito abusador y ahora más encima tienen que poner caritas mientras todos les dicen lo bueno que era, una falsedad que les debe doler en lo profundo, pero como «es lo que hay que hacer» lo aceptan y después siguen adelante. La esposa, por ejemplo, debe haber tenido un amor subrepticio y la gente en vez de darse cuenta de que lo tenía porque el difunto era una míerda y ella necesitaba apoyo y consuelo, la juzgan porque rompía sus votos.

Without embargo, cuando se murió la carlita, yo no podía pensar en eso. Esta vez, como nunca, tenía pena. Genuina. Tenía pena porque no la iba a ver más, ni sentir su olor a cuñada, ni abrazarla, todo eso. Yo sé cómo era. Mañosa, prepotente para manejar, hasta un poco clasista si nos ponemos exigentes, seguramente un par de cosas más, pero no era mala. Ella no era corrupta, no le pegaba a su mamá ni a los perros, ni pelaba a sus amigas. De verdad ella es una pérdida para la humanidad. O sea, en el funeral de hitler más de alguien dijo algo bonito, pero el bigote corto está bien muerto, como Guzmán, como Pinochet, como Piñera, como Stalin. La carla no está bien muerta. Habiendo tanto monstruo vivo que hace pura embarrada, como Kast, como el rojo edwards, como Putin, como Bukele, se muere la carlita que dedicaba su vida a cuidar a sus perritos y cuidar a la gente de Puerto Natales.

Más encima, como nunca, me tocaron cosas «de grande». Hablar con el funerario, sacar documentos, pedir papeles, elegir el ataúd. Cuando salimos de la misa de despedida, porque la carlita era católica, me preguntaron a mí «y ahora qué viene» y yo, chucha, hay que aperrar no más, no puedo decirle a los papás «no tengo idea que viene» porque ellos aparte de no tener idea además tenían mucha más pena que yo, una pena mucho más real, si se les murió una hija. ¿Cómo es eso de que se te muera una hija? Viste una ecografía donde estaba latiendo su corazón adentro de su mamá, la viste nacer, la viste aprender a hablar, a vestirse, la viste enamorarse, escribir poemas asopados malos o buenos, dibujar cada año unas rayas feas pal día del padre y tu amaste las rayas porque las hizo ella. La ves soñar con su futuro, querer una profesión, o un oficio, la ves que quiere cambiar el mundo, y un día la ves morir.¿ Cómo es eso? no lo entiendo. Me vuelvo loco. Tengo tres hijas y un hijo y no soporto la idea de que se vayan del mundo antes que yo. Todo lo que hago es para ellos. No es autismo. No vale ni el autismo ni la neurotipia ni blanco ni azul ni rojo, no vale nada. Los hijos te entierran a ti. Cualquier otro final es una estafa.

Ahí, es ahí cuando uno anda volando bajo que los curas, los pastores, los majamama o como sea que se llamen los musulmanes, lo agarran a uno y lo terminan de convencer de que hay un tipejo (porque es hombre, si no, pregúntale a Jorge González) viviendo en el cielo que decide quién vive y quién muere, porque trabaja «de maneras misteriosas», como cuando los curas se llevan a los niños al confesionario para toquetearlos de manera misteriosa.

Y es entonces cuando, honestamente, agradezco ser autista. Este autismo que me limita tanto cuando me traen una pizza por pedidos ya, porque me sudo entero de miedo de saludar a una persona que no conozco, es el mismo que me sirve para ver con claridad que la muerte no es una transición, ni un paso, ni un estado de desarrollo, sino simplemente un fenómeno natural que sobreviene cuando las circunstancias de afectación fisiológica son superiores a la capacidad del cuerpo para responder. No importa si tienes 20, 5, 47 o 100. No importa si eres de izquierda o de derecha, de centro, de la garra blanca o de los de abajo. Un día uno se muere no más. Si se muere alguien que amas, te da pena. Si no, te da lo mismo. Si quieres mucho a las personas que sufrieron la muerte, vas y les das abrazos. Si no los quieres o te dan lo mismo, no vas po. Simplemente no vas al funeral ni a la misa.

Había tantas personas en la misa de la Carla. Tantas en su velorio. Llegó una viejita sin dientes que con esfuerzo terminaba las frases. «Ella fue tan buena conmigo» nos dijo. No tengo idea qué hizo la Carlita por ella, pero fue tan signifiicativo, o tan oportuno, que no lo pudo olvidar. Esa es mi cuñis. Si uno no vino a este mundo a hacerlo mejor, a qué vino? ¿a ganar plata?¿A comprar propiedades?¿a tener poder y autoridad? Váyanse todos a la porra. Lo único que importa en la vida es ser como la Carla. Ella no va a estar en los libros de historia ni en los anales de la república. No le van a hacer un busto de mármol en la moneda ni un cuadro en el museo de bellas artes. Mira como tirito. Ella le cambió la vida a personas a las que ni conoció. Yo quiero ser como ella. Yo quiero morir como ella. Yo quiero que me recuerden como ahora yo la recuerdo a ella. Te amo Carlita y yo cuidaré a tus papis, tus hermanas y tu perrito.

Con cosas como la muerte, ser autista es más simple.

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2 respuestas a “Adiosito*”

  1. Avatar de carolina briceño
    carolina briceño

    Hermosas palabras para una gran amiga y hermosa persona que sin Dudas dejará huellas profundas en quienes tuvimos la suerte de estar cerca de ella. En la vida no todos somos iguales, no todos tenemos las mismas creencias pero el amor, el cariño y el respeto es lo que nos une y hace las relaciones más enriquecedoras, el conocernos y aprender de la vivencias, creencias y experiencias de los demás es lo que nos hace grandes y forman estos hermosos vínculos que en este caso aunque su cuerpo ya no esté físicamente con nosotros estoy segura que se mantendrá en esta y otras vidas. Gracias por tener la oportunidad de ser tu amiga mi Carliwis.

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  2. Avatar de KARINA LILLO
    KARINA LILLO

    Gracias por abrir tu alma…

    Les abrazo….

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